Por Francisco Torreblanca
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó en enero de su informe titulado “Trends Shaping Education 2019” donde se aborda el futuro de la educación de acuerdo a las tendencias económicas, políticas, sociales y tecnológicas, que influyen desde la infancia hasta el aprendizaje permanente.
La educación ha dejado de convertirse en un ideal del futuro, para convertirse en una herramienta del presente y del cambio constante.
La globalización y la tecnología, genera para los jóvenes una serie de contextos en los que el menos competente será desplazado en la era de la automatización.
Ya no es suficiente formar seres humanos competentes en la herramienta técnica de carrera, sino también en las habilidades emocionales que permitan su integración en el constante cambio tecnológico que se aproxima.
Y surge la pregunta ¿Cómo formar líderes en un mundo de constante cambio?
¿Cómo mantener la esencia de la persona en una sociedad cada vez más individualista y tecnificada? la respuesta se ha convertido en un reto para el educador que ha de convertirse más en un guía y mentor, que en simple transmisor de los aprendizajes.
En un contexto social donde los jóvenes son constantemente cuestionados en su identidad, el acompañamiento ya no es solamente académico, sino multidisciplinar.
Buscamos un líder competente que, con la congruencia de sus convicciones, tome la herramienta tecnología y ayude a formar el mundo con su testimonio.
Responder como Instituto México de Puebla al reto, nos da una fórmula clara:
La persona es el centro del quehacer educativo, cada ser es auténtico y puede llegar a ser líder desde sus particulares habilidades.
Los padres de familia son el principal soporte en la dimensión socio-afectiva y espiritual del estudiante.
La respuesta a los problemas sociales con un pensamiento glocal (pensar globalmente y actuar en su ámbito más próximo) mediante la transversalidad de conocimientos.
De esta manera, ser líder es un reto similar al de poner una semilla en la tierra, es tomar el papel de ser protagonista de su propia historia.
Nunca ha sido fácil educar, pero hoy exige una gran responsabilidad social.